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Tengo una deuda pendiente, que voy a satisfacer. Una deuda de gratitud a que no alcanzan dólares, euros, maravedises y doblones. Una de esas deudas eternas que te acompañan el resto de tu vida y acunan el corazón en las noches de tormenta.

La honrada Asociación de Amigos del Castillo de Cornatel me ha distinguido este año como Tenente de Cornatel, y allá hemos acudido, a la voz de Daniel Fernández, hasta el nido de águilas, a compartir la velada con Víctor, esforzado primus inter pares de Caballeros de Ulver, rodeado de mis buenos y leales Elena, Pablo, André, Anxo y Rula. Y compartimos mesa con Attila, el peregrino húngaro que sueña proyectos bercianos.

La lluvia y el viento hicieron la noche aún más hermosa, y la amistad fluyó al calor de la cena servida por Pontemar y Elsa Puente, y los convecinos de Priaranza y su entorno nos hicieron sentirnos verdaderamente en casa, como cuando andábamos de niños, a caballo, por aquellos andurriales entre viñas y nogales, por los caminos de Rimor a Villalibre y de Villavieja a Santalla. También recordamos a los templarios ausentes, a LLou Insidias, a Javier Prada, y a Enrique Gil, que dejó páginas memorables sobre el viejo castillo.

Ser Tenente de Cornatel significa para mi seguir la estela de quienes me han precedido y asumir la responsabilidad de protestar cada vez que una piedra se caiga, que una demanda de restauración y cuidado no sea atendida, cada vez que un político de cemento (la cara y el bolsillo) pase insensible ante la ruina, atrapado en la incuria de sus presupuestos y sus burrocracias. Ser Tenente significa defender Cornatel, con la pluma y, si fuera preciso, con la espada.

Una línea más, la del estribo, para dar las gracias a Sarín Blanco por la joya –un libro-estuche artesano, conteniendo la llave del castillo y mi pergamino de Tenente-, que me mira sobre la mesa mientras escribo y me hace volar cada minuto a la noche estrellada de Cornatel, en cuyas estancias nobles, bajo dosel de raso, me aguarda el talle de doña Jimena Muñiz. Pero, guardad conmigo el secreto de nuestros amores, que el Rey aún no los sabe.

La Nueva Crónica, 10 de agosto de 2014
Asociación de Amigos del Castillo de Cornatel
Caballeros de Ulver