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Nació con la sonrisa puesta y aún no se la ha quitado: lleva trece añitos sonriendo y hasta cuando llora se ve que es de mentirijillas, arrumacos, pucheritos, sonrisas bañadas en perlas de rocío. Trece años pintándose pecas de canela sobre la tez de conguito y planchándose la melena rizada, de esas que enamoran.

Un regalo de la Naturaleza su melena de amazona y todo lo demás, pero no solo me refiero a la belleza de sus ojos de miel: un regalo de la Vida la belleza interior que le brota por los poros, transpirando karma.

Unos luchamos por ser queridos y aceptados, y vivimos el desdén como una pesada carga; otras, como este Conguito de quien os hablo, es agraciada y cae en gracia, abre cerrojos como Passepartout, quiebra voluntades, aplaca iras, robacorazones, marca tendencia. Más vale caer en gracia que ser gracioso.

Ya he contado en esta columna que procuro aprender de mis hijas: lo que yo haya podido enseñarles ya es tarea casi cumplida; sin embargo, lo que aprendo de ellas cada día es una fuente fresca que mana con alegría y generosidad.

De la pequeña Alicia me admira su inteligencia emocional, su capacidad para sortear el conflicto sin enfrentarlo, su habilidad para zafarse como un pajarito de las situaciones más embarazosas, allí donde otros y otras “vamos prendendo en todas las silveiras”. Ese arte no es herencia mía, que me enredo en todos los zarzales. Donde yo me pincho, Alicia coge moras; si la vida le da limones, endulza una rica limonada.

Cuando María Cristina le quiere gobernar, ella le sigue, le sigue la corriente… pero lleva las riendas de su vida con la solvencia y seguridad con la que guía a su yegua favorita, Cayetana, que monta desde los ocho años.

Este verano, por iniciativa suya, trabaja como voluntaria en la unidad infantil de un hospital atendiendo a niños con cáncer y adolescentes anoréxicos o inadaptados, tomando el pulso a la dureza de la vida, para recordarnos lo afortunados que somos.

Mitad gallega (Galicia calidade, claro), mitad zamorano-berciana, dice que es del Madrid y, sin despeinarse, tiene en Twitter más fans que su adorado Melendi. Es única: es Bombita Humana.

La Nueva Crónica, 24 de agosto de 2014.