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Nací en Ponferrada el 22 de marzo de 1958, el mismo año que estalló la revolución cubana y Elvis Presley se fue a la mili. Estaba la luna creciente y la primavera florida. En España mandaba un dictador malo malísimo, un tal Franco, que los niños de ahora consideran del tiempo de Pilatos, cosas de la ESO. En las casas no existía la televisión [TVE acababa de empezar en 1956], la radio estatal emitía con censura previa “el parte”, continuación de un larguísimo parte de guerra que duró desde 1939 hasta 1975.

Existían, sí, la censura y la inquisición, Europa nos miraba con asco, como a un país medieval. Los yanquis hacían pruebas nucleares en el atolón Bikini, pero aquí el bikini tardó veinte años en llegar, cuando el destape, y el nudismo otros veinte; pero tranquilos que ya estamos volviendo atrás, Rouco mediante, al velo y la mantilla con peineta de carey, y al sexo culpable.
Supongo que, a pesar del color gris del paisaje, las gentes intentaban ser felices y comer perdices. Los niños corríamos sin más peligro que la escopeta de balines que con diez años llevábamos de cacería por La Minero, más que nada para matar estorninos, el deporte nacional. Había que jugar a algo y aún no se había inventado el androide ese que te reconoce por la pupila.
En las escuelas —nacionales, se decía, niños y niñas bien separados no fueran a mezclarse—, algunos maestros tenían varas de mimbre, reglas y correas hechas con llantas de neumático, y las usaban. No “existían” los malos tratos ni la violencia machista, no había alcohólicos ni homosexuales ni divorciados y, si alguien pecaba, el párroco llevaba la cuenta.
Nací en 1958, el mismo año que Sharon Stone, celebramos juntos el cumpleaños, este año hemos quedado en La Moncloa de Cacabelos. El año en que se inventó el chupa-chups. En la era digital parece que todo aquello sucedió en la Edad Media, pero solo han pasado 56 años, tan intensos que los repetiría punto por punto, si acaso corrigiendo algunas comas, si no fuera que estoy muy atareado en vivir lo mejor de mi vida, que está por venir.