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La villa de Bembibre y todo el arciprestazgo del Boeza celebran esta semana la Salida del Santo, fiesta popular cuyos orígenes se remontan al siglo XVII, cuando en el año 1628 una terrible sequía amenazaba con fulminar la cosecha y una mala cosecha significaba entonces un invierno duro de frío y hambre.

Los convecinos salieron con una rogativa para pedir al Santo Ecce Homo su intercesión: fue encaminarse la procesión y empezar a llover, y llovió durante varios días y aquel año hubo una cosecha bárbara, y desde entonces, con más regularidad desde comienzos del siglo XX, se celebra cada siete años esta fiesta, que convoca a todo El Bierzo.

En estos tiempos nuevos –lean, por favor, la hermosa y lúcida encíclica ecologista que ayer publicó el Papa Francisco–, este voto comunitario de la villa de Bembibre no es privativo de una religión o creencia, sino que debe entenderse, creo yo, como un vínculo de todos y cada uno de los convecinos de la villa, sin distinción de razas o creencias, por igual los de Cabo Verde y los de Labaniego, los pakistaníes y los de Noceda; un voto de moros y cristianos, de hombres y mujeres ya sean verdes, morados o rosas.

Esa es la grandeza de esta Fiesta, que nació como rogativa de todo el pueblo, sin excluir a nadie. Fiesta de la tolerancia, del respeto mutuo, virtudes de las que Bembibre puede dar lecciones, porque sus habitantes han sido capaces de construir un modelo de integración y convivencia del que muchos debieran tomar nota.

Fiesta profundamente radical (ahora que está de moda usar esa palabra tan sensata como un insulto); radical en el mejor sentido de la palabra: lo que va a la raíz de las cosas, quien busca la profundidad de los afectos y los sentimientos, quien siente las raíces profundas de la tradición. La Salida del Santo de Bembibre está en nuestras entrañas como pueblo, forma parte de nuestras raíces más profundas y en busca de esas raíces debemos ser todos profundamente radicales.

He tenido este año el honor de pregonar la Salida del Santo y pues me siento radicalmente de Bembibre, deseo que una lluvia de afecto riegue la villa de mi padre y de mis abuelos. Que repiquen ya las campanas y ondeen al viento los pendones, ¡feliz Salida del Santo 2015!

La Nueva Crónica, 21 de junio de 2015
Foto: Aitor Olano, Leonoticias.com