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Quiero expresar mi respeto, solidaridad y afecto con todos los enfermos, y muy especialmente con los enfermos de cáncer, y desearles una plena recuperación. También a doña Carmela Silva, a quien no conozco personalmente, recuperada tras seis meses de convalecencia. Me alegro.

Carmela Silva, Vigo, 1960. Desempeña simultáneamente estos diez cargos o responsabilidades: 1) Diputada por Pontevedra. 2) Secretaria Segunda de la Mesa del Congreso. 3) Vocal de la Diputación Permanente. 4) Vocal de la Comisión de Fomento. 5) Vocal de la Comisión de Educación y Deporte. 6) Secretaria Segunda de la Comisión de Reglamento. 7) Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de Vigo. 8) Concejala de Urbanismo. 9) Miembro de la Comisión Ejecutiva del PSOE. 10) Secretaría de Inmigración del PSOE.

Este artículo podría concluir aquí: esta lista de cargos basta para que el lector saque sus conclusiones. Cada vez que “una cospedal” del PP pone un pie en el barro, aparece una discípula aventajada en el PSOE que la mejora y la duplica. Carmela Silva es la Cospedal del PSOE vigués, ojito derecho de Abel Caballero y el izquierdo de Rubalcaba. Un problema para su partido, una risa, una provocación, un escándalo.

El cornudo, políticamente hablando, en esta historia de celos e indecencias consentidas, es Pachi Vázquez, el secretario más desautorizado en la historia del PSdeG. El derrotado Pachi –al que pronto veremos en el programa de Tele 5 “Supervivientes”- proclamó ante su Comité Nacional, “una persona, un cargo”. Esta norma tan razonable, tiene una página de apoyo en Facebook, fue aprobada democráticamente en diciembre de 2010 por los socialistas gallegos y aplicada de modo contundente a unos cuantos díscolos a quienes convenía cortar las alas: Lage, Leiceaga, Mar Barcón. Militantes de tercera al lado de Carmela Silva, una cospedalista pata negra.

El todopoderoso y muy narcisista alcalde de Vigo, Abel Caballero -igual regala cojines con su nombre bordado que reparte caramelos en la cabalgata de los Reyes Magos-, no asistió a aquella reunión de su Comité Nacional ni obedeció la norma, sino que desafió y desafía abiertamente a su partido, a sus compañeros y a su secretario general, el más desautorizado etc. El desplante chulesco de Abel Caballero no defiende intereses de los ciudadanos vigueses, sino única y exclusivamente el interés privado de su mano derecha e íntima colaboradora Carmela Silva, cuya permanencia en los diez cargos citados es un insulto a la ciudadanía y un disparate que ahonda la descomposición interna del PSOE gallego.

Más allá del régimen de incompatibilidades de cada institución o partido, existe una incompatibilidad real y física determinada por la capacidad, el tiempo, la distancia geográfica, en fin, el sentido común. ¿Cómo es posible cumplir con las obligaciones de esos diez cargos? ¿Cuántos días a la semana está Carmela Silva en Madrid, a cuántas comisiones asiste, qué interpelaciones hace, cuántas mociones escribe, cómo defiende los intereses de Vigo y Pontevedra? ¿Cuántos asuntos, licencias, inspecciones, sanciones, revisa, impulsa, supervisa, planifica, dispone la concejala de Urbanismo de la ciudad más grande de Galicia? ¿De qué manera se ocupa de los graves problemas de inmigración? ¿Qué don de ubicuidad es éste, qué autosuficiencia y ensimismamiento? ¿Qué perdida del sentido de la realidad, del contacto ciudadano, de la más elemental ética socialista, del sentidiño común? ¿Qué compañerismo, qué respeto a nada ni a nadie más allá de su propio ombligo?

Personas así convierten la política en un lodazal. Se creen imprescindibles, pero hace tiempo que los ciudadanos les hemos enseñado la tarjeta roja.

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