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[…] El libro que sostengo en las manos tiene una dedicatoria escrita con letra temblorosa: “Para Sandra, mi pequeño amorcín galaico-berciano, de tu amigo el poeta. Villafranca, 11 julio 2008”. Y firma el poeta. En este otro, Cuentos para lectores cómplices, firma “el autor, con un montón de agarimos para Alicia”.

El pequeño amorcín es mi hija Sandra que entonces tenía diez años, y la de los agarimos es su hermana Alicia, de ocho años, que recorrían conmigo y con Anxo Cabada, a pie, a caballo, en globo y en balsa, los caminos secretos del Bierzo interior. Cuando les anuncié que íbamos a conversar con «el poeta», sus ojos se abrieron inmensos, ante un abismo de misterio.

El poeta que firma —que llegó con su bastón y visera, del brazo de Úrsula, la sonrisa de ella abierta, la de él picarona— era y mejor diré es Antonio Pereira; y el libro que tiembla en mis manos es su poesía completa, Meteoros, de la que Antonio, sentado en el poyo de la Puerta del Perdón, leyó a Sandra y Alicia versos premonitorios: “Estoy en casa, estoy seguro hasta para morir o lo que cuadre”.

Leer artículo en La Nueva Crónica.

Fotos @AnxoCabada 2008. Retrato de Pereira.

Portada: Úrsula, Rula, Alicia, Sandra, Coco, Valentín y Antonio en la puerta del Perdón.