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INSIGNIA DE ORO DA ROCHA FORTE.

El pasado 8 de marzo el periodista y escritor Valentín Carrera recibió la Insignia de Oro de la Asociación Cultural Rocha Forte en reconocimiento a su labor pionera en la recuperación de la fortaleza medieval de A Rocha. En sus palabras de agradecimiento, Carrera quiso compartir la insignia “con el arzobispo de Santiago, don Julián Barrio, y con Inmaculada Castaño, delegada de Filmax en Galicia, sin cuyo valioso esfuerzo no hubiera sido posible la primera excavación”. En este artículo, Valentín Carrera reivindica el camino recorrido desde 2002 y denuncia el actual abandono de la fortaleza].

por Valentín Carrera

—El castillo más grande de Galicia, destruido por los irmandiños en 1466.

—La maleza y rastrojos han vuelto a cubrir el yacimiento arqueológico.


C
ualquier ciudad al oeste del Mississippi que tuviera en sus cimientos un castillo medieval, hace tiempo que lo habría convertido en un parque temático de lujo, repleto de visitantes cada fin de semana, con su aparcamiento y su zona infantil, sus guías turísticos y su museo. Incluso, sin necesidad de mirar más allá del Atlántico, algo tan sensato y práctico lo haría cualquier ciudad que no fuera tan sobrada de sí misma como Santiago de Compostela.

A Compostela le ocurre como a Roma: nos sobran por todas partes piedras históricas, esculpidas por la pica y la maza de la lluvia y el viento, sagradas piedras de la memoria, tantas que podemos permitirnos el lujo (¿o será mejor decir la obscenidad?) de tener un castillo medieval, uno de los más importantes de Galicia, sepultado bajo tierra y rastrojos: la fortaleza da Rocha Forte.

Estamos hablando literalmente de “la fortaleza más grande del Reino de Galicia desde el siglo XIII hasta mediados del XV y una de las más espectaculares de la Península. Edificación imponente, residencia arzobispal, baluarte inexpugnable, auténtica ciudad fortificada…”, reducida a cenizas por los irmandiños en 1466.

Convertida en lugar maldito o prohibido, cantera gratuita de piedra labrada, los restos de la doble muralla y las siete torres fueron saqueados, luego abandonados y al fin invadidos por la vegetación. No hubo concesión alguna a la memoria: ni en 1886 cuando se construyó la línea férrea Santiago-Carril, invadiendo y destrozando lo poco que aun quedaba del ala norte del castillo, ni en 1962 cuando Fenosa instala un poste de alta tensión “no medio e medio das ruinas”, poste que se planta impunemente, a pesar de que los operarios descubren “un auténtico tesouro soterrado, unha escalinata abovedada e un pasadizo subterráneo, a catro metros de profundidade”.

Pueden leer la historia completa en el magnífico libro Rocha Forte, con textos de José Suárez Otero, Xurxo Ayán Vila y Carlos Marín Suárez, editado en 2013 por la Oficina da Cidade Histórica e Rehabilitación  do Concello de Santiago. Lo cierto es que transcurre el siglo XX entero sin que el castillo de A Rocha aparezca ni tan siquiera en las guías de turismo de Compostela. Y en este punto quiero contarles una pequeña anécdota personal, culpable de que los vecinos y vecinas de A Rocha me hayan llenado de abrazos la semana pasada.

 

Con pólvora e magnolias

Aunque sepultadas bajo tierra y zarzas, las ruinas fueron siempre lugar de juego y aventuras para los peques del barrio, y así me lo han contado, recordando sus travesuras, algunos vecinos que jugaron de niños entre aquellos muros, como Carlos Delgado y María García, profesionales de la imprenta en Graficolor Minerva, cuya labor en las artes gráficas y en la cultura gallega ha dejado una preciosa huella entre nosotros. Pero mejor aún es la huella personal que siembran su hospitalidad y su afecto, sólido como una rocha.

Omitiré cómo conocí a Carlos y María en su primera imprenta —hace más de cuarenta años, en la calle Curros Enríquez, frente a las Casas Baratas, antes de trasladarse al Polígono del Tambre—; cuatro décadas en familia, viendo crecer a Charo, Montse y Ánxela, viendo pasar la vida bajo los puentes del Sar.

De la imprenta Minerva salieron joyas bibliográficas irrepetibles —desde Con pólvora e magnolias de Méndez Ferrín hasta Os escuros soños de Clío de Carlos Casares—, cientos de libros que forman parte de nuestro patrimonio cultural. La trayectoria editorial e impresora de Carlos Delgado y María García sí son merecedoras de una medalla de oro. Espero que el Secretario de Política Lingüística de la Xunta de Galicia, mi atento y sensible tocayo Valentín García, a quien agradezco su presencia en el acto del sábado pasado, haya tomado buena nota.

Lo cierto es que en una de las muchas invitaciones de María —si buena impresora, mejor cocinera de lamprea o de cabra vella—, estando en el mirador de su casa, desde el que se dominan las torres de Compostela, Carlos insistía:

—Ahí, donde ves ese poste de Fenosa, hay un castillo enterrado.

—El poste lo veo, pero el castillo no.

Fue necesaria otra copa de vino para finalmente no solo ver el castillo, sino acercarnos paseando hasta las ruinas y, arriesgando mi vida, meterme con una cámara de visión nocturna por los pasadizos sepultados durante cinco siglos. Quizás fui el primero que, en el año 2000, con el cambio de siglo y de milenio, documentó en vídeo los lienzos de muralla medievales y este pequeño mérito, y la generosidad de los amigos y amigas de A Rocha, ha prendido en mi solapa la Insignia de Oro de la Asociación Cultural Rocha Forte.

 

Veinte años de avances y retrocesos

Resumo el resto de la historia: cuando por fin, gracias al tesón y a la perseverancia de Carlos, aparecieron las ruinas, hicimos la primera reconstrucción virtual del castillo sobre un dibujo original de Sergio Cobos y dirigí un documental —Fortaleza da Rocha: un novo enclave xacobeo no 2004—, presentado por Sonia López, con producción de Inmaculada Castaño, que fue emitido por Localia en 2002. Aquel rodaje —cuyas grabaciones están depositadas en los fondos públicos del CGAI— fue la tarjeta de presentación que abrió las puertas a las primeras excavaciones en 2002, tras un convenio entre el Concello y la USC.

Hubo nuevas campañas arqueológicas de 2003 a 2009, y finalmente en 2013 se elaboró un “Proxecto de intervención arqueolóxica integral de escavación, consolidación e restauración”, dirigido por la arqueóloga Mª José Bóveda Fernández. Un proyecto valioso, exhaustivo, digno de otra insignia de oro: todos los detalles, planos y memorias técnicas están en la web http://rochaforte.info/.

Tras este esfuerzo, que pone definitivamente la fortaleza de A Rocha Forte en el mapa histórico, arqueológico y turístico de Santiago, del Camino Portugués y de toda Galicia, la legislatura que ahora acaba ha sido más bien gris e improductiva, por no decir perdida.

Teniendo ya las bases sentadas, con un proyecto arqueológico excelente e incluso con algunas subvenciones concedidas, no se entiende cómo se han perdido cuatro años preciosos para convertir el enclave de A Rocha en un parque arqueológico didáctico, a un paso de la catedral; no se entiende esta irresponsabilidad: la maleza, los toxos y las zarzas han vuelto a crecer y a cubrir las piedras medievales con el manto de la desidia y el abandono.

No soy sospechoso de estar en campaña contra el alcalde Martiño Noriega —más bien es un amigo personal a quien he apoyado y apoyo—, pero este aldraxe a la memoria histórica de Compostela, esta falta de sensibilidad de parte de su equipo, exige un desagravio antes de que acabe la legislatura.

Al recibir su Insignia de Oro, comprometí ante los vecinos de A Rocha mi palabra de seguir trabajando con ellos, codo con codo, hasta que veamos, más pronto que tarde, el Castelo da Rocha Forte resurgir de sus cenizas.

Enlaces:
Leer Tribuna en El Correo Gallego, 7 de abril de 2019.
Web Rocha Forte.
Documental A Fortaleza da Rocha en Youtube: