Mientras un ciento de hombres a caballo matan a lanzadas al Toro de la Vega en Tordesillas, la Guardia Civil detiene a una peligrosa activista contraria al ¿festejo? taurino. El mundo al revés. La otra noticia que me despierta en la radio es la voz de Felipe González llamando a las cosas por su nombre: “Estamos al borde del precipicio”.
¡Malo será!, piensa uno, los periodistas en Galicia siempre vivimos al borde del precipicio de modo que, bienvenidos al club. Sin casco protector ni chaleco salvavidas, me acerco al pleno del Parlamento Galego. Son las 9:28 y el conselleiro Roberto Varela aguarda en la entrada con su sonrisa beatífica. A las 9:30 llega el Presidente de la Xunta: animado, campechano, se diría que está en buena forma.
-Presidente, ¿ha escuchado lo de Felipe, que estamos al borde del precipicio?
-Es que es la verdad, lo estamos.
Le deseo suerte en el pleno y me voy a ver la exposición conmemorativa de los treinta años de autonomía galega. Un carrusel histórico: don Antonio Rosón, don Pepito Quiroga, García Sabell, Piñeiro, Osorio-Tafall, Camilo, Geluco, el primer Beiras… La preautonomía, la llegada de los restos de Castelao, ¡la traición de Xosé Luís Barreiro! Me detengo en la imagen de un Mariano Rajoy jovencísimo que deja la Diputación de Pontevedra para sacarle las castañas del fuego al traicionado Albor y allanar el camino a la mayoría absoluta de Fraga. Escruto el rostro del Rajoy e interrogo al destino, ¿contenía ya entonces la semilla del próximo Presidente? El timbre que avisa el comienzo de la sesión me saca del túnel de la historia. ¡Aquellos sí que eran plenos!
El de hoy transcurre tan plácidamente, tan previsible que nadie diría que “estamos al borde del precipicio”. Un centenar de diputados y funcionarios emplean una hora de (nuestro) tiempo para unas votaciones nominales más antiguas que los comicios de Pericles. Carme Adán sustituye a Anxo Quintana en la mesa del Parlamento y se renuevan los vocales de tres organismos muertos, con encefalograma plano: los consellos sociales de las universidades.
Ya han metido 4 papeletas en la urna y los señores y señoras diputados están agotados. Cuando Roberto Varela inicia la defensa del proxecto de lei de turismo, 42 diputados de 75 se ausentan del salón de plenos y se van a descansar. Los 33 que quedan en el hemiciclo chatean o leen la prensa. Recuento los presentes cuando intervienen los portavoces de BNG y PSdeG, Adán y Quintás y siguen siendo 33. Apenas son las 11.30 de la mañana y los otros 45 siguen ausentes. Salvo el Jarrón Chino y el Presidente Feijóo, parece que aquí nadie se ha enterado de que estamos al borde del precipicio.